Preocupación en Esquel por la caída del consumo: “Vivimos una película de terror”

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La ciudad de Esquel atraviesa un momento de inquietud ante la marcada caída en el consumo de alimentos y otros rubrosSergio Luengo, propietario de una reconocida distribuidora local con tres décadas de trayectoria, compartió su visión con FM DEL LAGO, describiendo un panorama “generalizado” de bajas en las ventas.

Luengo, cuya distribuidora abarca gaseosas, vinos y bebidas nacionales e importadas, reveló cifras alarmantes: las ventas de vinos cayeron un 20%, mientras que las de gaseosas se desplomaron un 30%. La explicación, a su entender, es contundente: “la gente no tiene plata para comprar”.


La paradoja económica: algunos acceden al crédito, la mayoría cae en la pobreza

El empresario no dudó en calificar la situación actual como una “película de terror”, aunque reconoció la existencia de “películas lindas” para un sector de la sociedad, como el turismo, la compra de autos y propiedades, facilitada por el acceso al crédito. Sin embargo, advirtió sobre la incertidumbre de la capacidad de pago de esas cuotas a futuro.

La preocupación de Luengo se centra en la “gran mayoría de los argentinos que pasaron de clase media a pobres”. En su propia distribuidora, los empleados tienen “sueldos por debajo de la línea de pobreza”. Además, señaló la existencia de un sector “fuera de todo sistema”, sin acceso al crédito y que vive el día a día. Aunque reconoció que hay una “deflación” generalizada en algunos rubros, destacó que otros productos sí aumentan y que los costos fijos son “insoportables”. En el caso de las gaseosas, por ejemplo, el precio se mantiene desde enero, pero producirlas es cada vez más caro, lo que genera una enorme presión sobre las distribuidoras.


Esquel, una ciudad “que vive del Estado” y con sueldos “por debajo de la canasta básica”

Luengo hizo hincapié en la particularidad de Esquel como una ciudad que “vive del Estado”. Los sueldos de los empleados públicos son bajos, situándose “por debajo de la canasta básica”, lo que los convierte en “empleados pobres”. A su juicio, esta realidad es una consecuencia de las políticas del actual gobierno y vislumbra un panorama “complejo” a corto plazo.

Si bien celebró la derogación del INACAP, un impuesto que representaba unos $4.400, consideró que “no mueve la aguja” frente a la carga impositiva general, que incluye ganancias, aportes patronales y servicios como el gas, que calificó de “impagable”. Esta presión fiscal, sumada a la falta de ingresos, produce “tensiones y merma en el consumo”.

El empresario también se refirió a la magnitud de Ingresos Brutos y a la percepción de que los impuestos son “carísimos” en general. Sostuvo que una gran parte de la sociedad no puede ingresar al sistema formal, lo que recarga a quienes sí pagan impuestos. Mencionó tasas como la de recolección de residuos, que considera “carísima”, y otros aportes como la cooperadora del hospital y la cuota de bomberos, que sumados a la factura mensual, la hacen “impagable”.

Con una estructura de cinco personas en su distribuidora, Luengo afirmó que “está costando muchísimo llegar a fin de mes” y mantener las cargas al día es “casi imposible”. El empresario recordó dos períodos de bonanza para su negocio: del 92 al 96 con el gobierno de Menem y del 2003 al 2008 con el gobierno de Kirchner. Curiosamente, también mencionó un buen año en 2017 durante la administración de Macri.